miércoles, 27 de junio de 2007

Mío Cid, poesía y poeta


La poesía se define como la manifestación de la belleza o de los sentimientos por medio de las palabras, que genera determinadas emociones en el lector u oyente.
La palabra poética es utilizada generalmente en narraciones para poner énfasis en escenas con peso sentimental, y ayuda al lector a entender cómo se siente el personaje, pues expresan sentimientos que suelen ser difíciles de explicar en un lenguaje cotidiano.
En el caso de la obra “Mío Cid campeador”, el autor, Vicente Huidobro, busca expresar su poesía en una historia extraordinaria, utilizando la palabra poética principalmente para manifestar la energía del personaje principal, Rodrigo Díaz de Vivar.
El autor insiste en que su obra no es una biografía, sino un pretexto para acumular poesía. La define como la novela de un poeta, y no la novela de un novelista. Por esta razón es natural que el autor busque las vidas extraordinarias que más se presten a ello y que le ofrezcan una novela poética más enriquecida. Entonces Huidobro decidió escribir sobre la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, un personaje histórico también llamado “El Cid”, cuya vida fue extraordinaria, colmada de proezas y logros.
Otra razón que incitó a Huidobro a escribir sobre este personaje, es que a través de una investigación de su propia genealogía habría llegado a descubrir que era descendiente del mismo Cid.
Mi hipótesis es que la vida de este personaje está cargada de una irracionalidad poética que rompe con toda lógica. Es decir, que la energía que tiene el personaje a través de su historia, es poesía pura, poesía hecha vida, y Huidobro la escribe como tal. Por esto la historia resulta atrayente e interesante para el lector, sin importar su edad.
El autor considera que toda la vida del Cid, desde su nacimiento hasta su subida al cielo, después de su muerte, cobra sentido al dar lugar a un libro, y utilizando como pretexto su parentesco con el Cid, reescribió su historia, agregando nueva información.
Por esto se dice que Vicente Huidobro fue el primer poeta chileno que realmente creó su obra, y él mismo habla de este proceso en la siguiente cita: "En varias ocasiones he corregido la historia y la leyenda con el derecho que me da la voz de la sangre, y aun he agregado algunos episodios desconocidos de todos los eruditos y que he encontrado en viejos papeles de mis antepasados. Así, pues no debéis discutirme sobre ellos, sin agradecerme que los haya entregado al público. Y aquí tenéis la verdadera historia del Mío Cid Campeador, escrita por el último de sus descendientes."
[1]
Si bien, a partir del prólogo, Huidobro comienza a crear al Cid Campeador, desde el punto de vista de la historia narrada es el mismo Rodrigo Díaz quien se crea a sí mismo, y de acuerdo a sus decisiones y actos, se va formando como el personaje energético y poético que se conoce como el Cid.
Por lo tanto, la tarea del autor-poeta en esta historia es solamente la de reelaborar la leyenda y los romances acerca de Rodrigo Díaz de Vivar.
Su formación como un héroe-poeta tiene sus bases durante la primera parte de la historia, en la que el niño Rodrigo va creciendo y haciéndose persona, matizando desde sus primeros años de vida las virtudes que más tarde lo definirán como adulto; triunfador en toda competición, justo y líder entre sus amigos y compañeros, galán y fiel enamorado de Jimena, que años después se haría su esposa. Además, el joven Rodrigo no sólo se va creando a sí mismo, sino que establece parte importante de la tradición española, fundando elementos característicos de ésta, como las corridas de toros.
En efecto, Huidobro hace de su personaje un verdadero creador, tanto de los elementos ya mencionados, como de todas sus proezas y logros. Y no solo eso, sino que también vincula al Cid con la figura del poeta de la Modernidad, por que su propia vida puede ser comparado con una poesía, cargada de energía y sentimiento.
Cuando Rodrigo es exiliado de la tierra que fue su hogar, sube un escalón más en su proceso de autocreación, y surge como el héroe invencible e incansable, autor de todas sus hazañas, trabajando y luchando con una fogosidad nunca vista, y esa fogosidad es la poesía misma, que lo engrandece y lo hace ilógico, tan ilógico que muchos lectores y críticos plantearon que muchas de sus hazañas eran cuentos o exageraciones de un cerebro infantil. Sin embargo, Vicente Huidobro defendió su obra, insistiendo en que todas las proezas del Cid eran efectivas y verdaderas.
Esto hace referencia a lo mencionado anteriormente sobre la irracionalidad de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar. Quien sea que lea y trate de entender la obra con lógica, se topará con toda esta carga poética y verá en la historia una invención del autor, la creerá falsa. Y es que la energía de la historia solo puede ser disfrutada por el lector si éste se abre a la poesía, tanto a sentirla como a entenderla y vivirla.
El autor habla de esta energía en la siguiente cita: “Mirad al Cid en las batallas; es más que genio y talento. Es el hombre eléctrico. Al genio puede fallarle la inspiración, al talento pueden fallarle los cálculos, al hombre eléctrico no le falla la electricidad. Por encima de la inspiración genial y de los cálculos rígidos, está la descarga a alta potencia, está la corriente de voltaje irresistible que un hombre puede hacer pasar de polo a polo de su ejército. Y esto es el Cid.”
[2]
Es curioso cómo, a través de esta obra, se crea una relación entre el autor y el personaje, la de un autor-poeta que escribe sobre un héroe-poeta.
Como conclusión, podría decir que haber escrito sobre el Cid fue la decisión más certera que pudo haber tomado Vicente Huidobro al momento de querer expresar su poesía. Creo que este personaje está lleno de una energía que resultaría atrayente para cualquier persona que leyera la obra, una energía que, como mencioné anteriormente, está fuera del alcance de la lógica, y que por lo tanto solo puede expresarse como poesía. Cada uno de sus pasos o logros da para hablar y comentar mucho, ya que cada uno está cargado de sentimiento y por lo tanto de poesía.
Estoy de acuerdo con la teoría de Huidobro de que Rodrigo Díaz puede ser comparado con un poeta de la Modernidad, porque quizás no escribió libros, pero para él la poesía fue lo que lo acompañó a lo largo de su vida.
Según yo, un verdadero poeta no es quien escribe versos, sino quien piensa, siente y vive la poesía. Y, ¿no es eso lo que hizo el Cid? Entonces, ¿fue el Cid un poeta? Sí. Un poeta que hizo historia por seguir lo que le mandaban sus sentimientos, lo que le mandaba la poesía misma.
Si Huidobro hubiera escrito esta misma historia sin el uso de la palabra poética, habría opacado toda esa energía poética del Cid, y con ello habría opacado también la esencia de su historia y de su vida. Sería solo una simple biografía, y no una hazaña, se perdería el sentido de sus proezas, y dejaría de ser el héroe que es. He aquí la importancia de la palabra poética en la narración del mío Cid hazaña.



Paulina Marshall


[1] Huidobro, Vicente, Mío Cid Campeador; en Obras Completas, tomo II, Editorial Andrés Bello, pág. 13
[2] Huidobro, Vicente, Mío Cid Campeador; en Obras Completas, tomo II, Editorial Andrés Bello, pág. 82

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