jueves, 28 de junio de 2007

MÍO CID: HÉROE INMORTAL

Cuando buscamos la definición de héroe en el diccionario de la RAE encontramos diversas acepciones; desde un humano realizador de hazañas, a un personaje literario y hasta un ser mitológico hijo de dioses y humanos. Lo que mantiene unidas todas estas definiciones es que todos estos “personajes”, tanto históricos como literarios, trascienden, es decir, que su importancia se extiende hasta “aquello que está más allá de los límites naturales y desligado de ellos”.
Rodrigo Díaz de Vivar, también conocido como Mío Cid Campeador, es un héroe cuya trascendencia se ha extendido a través de la historia, la literatura y la humanidad. Vivió, probablemente, entre los años 1043 y 1050 en Vivar. Era hijo de Diego Laínez y de Teresa Rodríguez. Al quedar huérfano de padre, se crió en la corte del rey Fernando junto al príncipe Sancho, de cuyo séquito formaba parte. Fue investido caballero alrededor del año 1060 y luchó en gran cantidad de batallas ganándolas, tomado gran importancia en la reconquista española. Su muerte fue en Valencia entre mayo y julio de 1099 debido a una enfermedad.
En cuanto a la historia, la trascendencia del Cid se centra en el importante papel que desarrolló en la reconquista española, recuperando grandes territorios perdidos en la expansión musulmana. Le dio a la reconquista un espíritu caballeresco, un matiz épico digno de una epopeya, unificando heroicamente a España. A lo largo de la historia el Mío Cid ha sido estudiado y representado más de un centenar de veces. Hasta hoy en día es tomado como ejemplo; la figura del Cid sigue tan vigente hoy en día que hace unos pocos años se estreno una película titulada “El Cid”.
La literatura ha tomado el personaje del Cid en repetidas ocasiones y en base a él se han escrito muchas obras como: “El cantar del Mío Cid”, “Mío Cid campeador hazañas”, “Las mocedades del Cid” y muchas otras a lo largo de la historia, convirtiéndolo en un héroe literario de gran importancia. Todas estas obras han dado origen a un héroe literario el cual, como veremos más adelante, tiene ciertas diferenciaciones así como importantes similitudes con el héroe presentado en la historia.
Como todo héroe Rodrigo Díaz de Vivar encarna los valores de la humanidad, volviéndose un modelo a seguir. Los principales valores que se reflejan en el Cid son:
La justicia, el Cid era un hombre realmente justo lo que se ve demostrado, por ejemplo, en la repartición de los bienes obtenidos en las batallas.
La lealtad, el campeador siempre fue fiel al rey, aunque este lo desterró más de una vez.
Religioso, la religión era fundamental en la Edad Media y el Cid fue siempre un cristiano ejemplar.
Valor, el que demostró en las batallas y en la vida: nada logró vencer la valentía de Rodrigo Díaz de Vivar.
Autocontrol que le permite tomar las decisiones correctas y no dejarse llevar por la codicia.
Amor, el amor por su familia, su patria y sus hombre fue incomparable.
Así se pueden seguir nombrando cualidades del Mío Cid que son tan relevantes que se considera que aportaron a la formación de la identidad española.
La trascendencia del Cid es tan grande que se mezcla la realidad histórica con la literatura o dicho de otra manera el límite entre la realidad y la leyenda son inciertos, es difícil distinguir donde termina uno y empieza el otro, lo que se traduce en la coexistencia de un personaje histórico y un héroe literario.
Algunas de las principales diferencias entre el héroe literario y el histórico son:
Los nombres de las hijas son diferentes en la literatura y en la historia, la existencia de un hijo hombre del Cid tampoco se menciona en algunos textos literarios. El Cantar cuenta la historia de un destierro siendo que el Cid fue desterrado dos veces y más largo de lo que se cuenta. Las causas de estos destierros también fueron diferentes, la principal razón del enojo del rey con el Campeador fue que este fue el que le tomó el juramento de su participación en la muerte de su hermano, el rey que le precedió. Un hecho que no se menciona en la literatura es que Rodrigo Díaz de Vivar se crió como compañero de armas del hermano mayor del rey Alfonso VI. Por último las fechas también difieren en los libros y en la historia.
Aunque existan estas diferencias en cuanto a la historia y a la literatura el espíritu del Mío Cid es idéntico en ambas, su valentía, justicia y lealtad se mantienen intactas. De hecho las diferencias no afectan a su trascendencia, pues ninguna le disminuye su valor.
El libro “Mío Cid campeador hazañas” de Vicente Huidobro es un buen ejemplo de la trascendencia de los héroes como el Cid, ya que fue escrito mucho años después de que la historia del campeador tuviera su inicio y su final.
En este libro, la historia con la leyenda están entrelazadas. Como bien explica el poeta al principio del libro se basó tanto en el cantar, el romancero y la historia. “Para evitar desorientaciones posibles, debo también advertir al lector que en los datos sobre el Cid, a veces he seguido al Cantar, al Romancero y a la Gesta, y otras veces he seguido la historia. Así, por ejemplo, la poesía dice que el Cid mató al padre de Jimena, el Conde Lozano, y la historia nos enseña que eso es falso, pues Jimena no era hija de tal conde, sino del Conde Oviedo, Diego Rodríguez.” (p. 7)
El Rodrigo Díaz de Vivar presentado en este libro es un héroe que es considerado un milagro desde el mismo momento de su concepción, un héroe que motiva a los caballeros en la guerra que irradia valentía y braveza lo que les da fuerza para lograr triunfos y ninguna derrota. “Sus huestes eran las mismas, los mismos hombres habituados a vencer; pero ahora les había faltado la corriente eléctrica, la fuerza motriz que salía por los ojos del terrible jefe y les centuplicaba el poder” (tomo dos p.165). Tan importante era el héroe que sin él sus tropas fueron derrotadas, y su presencia, aún después de muerto, les llevó a la victoria.
En la novela el Cid es considerado tan importante, tan trascendente que el poeta llega a referirse a él como el amor de España, en repetidas veces muestra el lazo único entre España y él. “Rodrigo ama a España y España ama a Rodrigo. El uno se funde en el otro.” (p.72). También le otorga enorme importancia a sus pertenencias más personales. Así su caballo Babieca es considerado como un semidios, para el que el autor llega a pedir un templo y se refiere a sus espadas, Colada, y especialmente, Tizona como si tuvieran vida propia.
Para concluir, vemos que muchos años después de que existiera el personaje histórico, el Mío Cid sigue siendo considerado uno de los grandes protagonistas de la historia española, una inspiración para la literatura y un hombre que, al igual que todo héroe, encarna los valores de su época y los de la humanidad y del cual vale la pena seguir estudiando y aprendiendo. La trascendencia de este hombre es tan grande que me atrevo a decir que ha alcanzado la inmortalidad en la memoria de la humanidad.

Begoña Galilea

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