miércoles, 27 de junio de 2007

MÍO CID, HÉROE LLAMADO A TRASCENDER

Un héroe es el ideal de un pueblo. Es la persona que representa todos los valores y características a las que aspiramos en cada momento de la historia. Se pueden conocer los rasgos de un pueblo si estudiamos a los héroes que éste tenía y adoraba. Pero el héroe es más que un pueblo, es el arquetipo universal del hombre que toma la opción heroica, deja la comodidad para adentrarse en aventuras y un mundo desconocido que le pueden traer la gloria o la perdición. Alcanzar la gloria es trascender, es quedar en la memoria, en la literatura, es permanecer y ser valorado a través del tiempo y el espacio. Todos estamos llamados a trascender, a superarnos cada día, a tomar la opción heroica y formar nuestro propio camino, el camino del héroe. Todos estamos llamados a seguir nuestro destino, pero el destino para cada uno es distinto. Un héroe está llamado a hacer grandes cosas, a no temer a la muerte, sino a vencerla. El destino llamó a Mío Cid a seguirlo, y Cid Campeador corrió hacia él.
Rodrigo Díaz de Vivar nació destinado a unificar y agrandar España. Como le llama Vicente Huidobro, es el ángel predestinado y lleva en sí las alas de la epopeya. Salvó España de los moros, siendo un verdadero héroe. Mío Cid Campeador luchó por Castilla y fue desterrado por razones injustas. Por la envidia y el odio que sus enemigos infundieron en el Rey Alfonso. Estaba triste de dejar a su esposa Jimena y a sus hijas, pero el destierro para él fue libertad. Se le abrieron las puertas al mundo, a la vida, al heroísmo y a la gloria. Con su caballo Babieca y su espada Tizona, pasó un tiempo de pueblo en pueblo, luchando contra moros y conquistando tierras para Castilla, junto a su hueste que crecía cada vez más. Ganó batallas y se tomó castillos. Se quedó un tiempo en Zaragoza, pero decidió que quería recuperar la amistad del Rey y conquistar Valencia. Luchó contra los moros y consiguió la ciudad, por lo que mandó a su primo a hablar con el Rey Alfonso para decirle que nunca debió dudar de él, que seguía siendo su vasallo aún después de haber conquistado muchas tierras, incluyendo Valencia, la ciudad más codiciada. El Rey pidió perdón y admitió que se había dejado engañar. También mandó a buscar a Jimena y sus hijas y las llevó a Valencia. Rodrigo se reencontró con su familia y acabó su soledad. Hizo como había prometido a Jimena, casó a sus hijas, a las hijas de España. Y tal como lo dice Huidobro, de la cima de su gloria pasa al lecho de su agonía. Enfermo, lánguido y resignado, al saber que sus tropas pierden por primera vez, muere. Pero así como lo ordenó, fue embalsamado y montado sobre Babieca, su caballo amado y con Tizona, la espada que unificó España, en su mano. Y así sobre su caballo lo llevaron a la batalla. Sus tropas ganaron y al caer la noche, el caballo arrancó para siempre. El Cid y Babieca corrieron y se perdieron por los campos de la poesía y el paraíso.
Vicente Huidobro nos muestra un Cid humano. Fiel a su Rey, aún cuando lo había desterrado de su tierra, Rodrigo siempre buscó su amistad y nunca lo culpó. Era inteligente y sabía que el Rey Alfonso había sido mal aconsejado por sus cortesanos, quienes envidiaban al Cid por sus triunfos y la grandeza que todos sabían que lograría. Fue fiel a Jimena, su única mujer. La esperó antes de casarse con ella, esperó que ella se enamorara de él y lo volviera a amar aún después de que Rodrigo mató al padrino de Jimena, el conde Lozano, por haberle faltado el respeto a su padre. Y Jimena lo perdona, porque sabe que Rodrigo lo hizo para conservar el honor de su padre y de su familia, y sin embargo, pensó en ella antes de hacerlo. También fue fiel a ella al no estar con ninguna otra mujer mientras estuvieron separados, sino que esperó hasta su reencuentro. La mandó a buscar tan pronto como estuvo instalado en un lugar seguro y permanente, para vivir juntos y servirle eternamente. Huidobro muestra también un Cid católico, encargó su familia a la Virgen cuando fue desterrado, le pidió a Jesús que lo ayudara, ya que él sabía como duele la injusticia. Y antes de morir, dejó parte de sus bienes a los pobres, a quienes consideraba intercesores entre Dios y los hombres. Era un hombre solidario, de corazón puro y justo. Era el ideal de la época, era España personificada. Defendía su honor, pero no se dejaba llevar en las batallas. Tenía mucha fuerza moral, no lo desanimó el destierro ni ninguna otra situación, ya que veía la vida como una aventura o desafío. Y por eso consiguió salir adelante y triunfar. Y pudo ser recordado como el héroe que fue.
Mío Cid logró trascender. De eso no hay duda. Fue y sigue siendo un héroe, el que unificó España, que reconquistó la península ibérica de los moros y defendió a su rey, a su pueblo y a su tierra. Siguiendo sus ideales, consiguió todo lo que quería y más. Al igual que los héroes griegos, era guerrero como Aquiles, e inteligente y astuto como Ulises. Tuvo a toda España pendiente de su vida, además de un cantar, un romance, una epopeya, leyendas, versos y estrofas. Es parte de la literatura, de la vida medieval y de la actual. Alcanzó la gloria y hasta hoy es recordado como un héroe. Se convirtió en un personaje épico que venció a la vida y a la muerte. Trascendió en lo personal, se superó a sí mismo y a los sucesos de su vida, enfrentó sus problemas, y siguiendo sus ideales logró la perfección. No tuvo miedo, ni él ni los hombres que lo acompañaban. Con el Cid, todos se sentían fuertes y valientes. El pueblo adoró a Rodrigo Díaz de Vivar y lo convirtió en un héroe. “…No parece ser de este mundo, ni su historia puede pertenecer a la historia de los hombres. El Cid es la Hazaña, es la personificación del fenómeno proeza.” (pág. 93, Tomo ll)
Como ya dije, todos estamos llamados a tomar la opción heroica y formar nuestro propio camino del héroe, pero no todos estamos llamados a trascender. Trascender significa producir consecuencias importantes, estar o ir más allá de algo, de los límites naturales. Significa buscarle un sentido a nuestra vida y proyectarse más allá. Pero de esos que están llamados a trascender, sólo algunos lo logran. Sólo algunos logran la gloria: gloria en lo personal, en lo social, en lo histórico y literario. Gloria de morir en la guerra o vencerla para seguir luchando. Y sólo aquellos que lo hacen, que logran superar o sobrepasar los límites y cada día vencen a la vida y a la muerte merecen ser llamados verdaderos héroes. Héroes de corazón y vocación, predestinados a ello y con la intención de lograr la gloria. Sólo los héroes de verdad trascienden en tiempo y espacio. Y Rodrigo Díaz de Vivar, Mío Cid Campeador, fue uno de ellos.


Javiera Cabello

Bibliografía:
Libro:
Mio Cid Campeador Hazaña, Vicente Huidobro, Editorial Andrés Bello, Colección de Aniversario Revista Ercilla en dos Tomos.
Diccionario de la Rae:
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=trascender
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=trascendencia

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